Palabras del Excmo. Sr. Shuichiro Megata
Embajador del Japón en México
en la Inauguración de la Semana Cultural de Japón
de la Universidad de Guadalajara
lunes 26 de mayo de 2014
Paraninfo Enrique Díaz de León
Mtro. Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, Rector General de la Universidad de Guadalajara.
Dra. Myriam Vachez Plagnol, Secretaria de Cultura del Estado de Jalisco, en representación del Señor Gobernador, Maestro Jorge Aristóteles Sandoval.
Distinguidos invitados en el presídium
Señoras y señores,
Muy buenas tardes.
Hallarme aquí rodeado por estas importantes y bellísimas obras del Maestro Jalisciense José Clemente Orozco en el Museo de las Artes, en este hermoso Paraninfo, representa una emoción que por azares de la buena fortuna me ha tocado a mí tener como Embajador de Japón en México. Qué mejor marco que este para dar inicio a la Semana Cultural de Japón en la Universidad de Guadalajara.
El programa es muy amplio y espero despierte en todos ustedes un gran interés por enriquecer sus conocimientos sobre la cultura japonesa. La jornada de hoy tiene una gran relevancia ya que se lleva a cabo como parte del Año del Intercambio México – Japón para conmemorar el 400 Aniversario de la Misión Hasekura, aquella legendaria misión encabezada por el samurái Hasekura Tsunenaga que cruzó el Océano Pacífico y llegó al Puerto de Acapulco en enero del año 1614.
Me gustaría hablarles de la trascendencia de esa misión, no solamente por su valor histórico sino también porque posee un gran significado contemporáneo en cuanto a la relación entre México y Japón.
En 1613, la región de Tohoku era gobernada por Date Masamune, el Gran Señor habitante del Castillo de Sendai. Date encomendó a su subordinado, el samurái Hasekura Tsunenaga, que se embarcara hacia la Nueva España (es decir, México).
Hasekura, fiel a su señor, reunió a 140 japoneses y 40 españoles y mexicanos que junto con sus tripulantes, frailes católicos y funcionarios del Shogunato, abordaron el galeón llamado San Juan Bautista. El principal propósito de la Misión Hasekura era establecer comercio directo entre Japón y la Nueva España. Es muy impresionante que los japoneses de aquel entonces entendieran plenamente la importancia geo-económica de México y el deseo de Japón de convertirse en una puerta de entrada en comercio transpacífico.
Es también importante saber que había un gran interés en adquirir tecnología mexicana, sobre todo la tecnología relacionada a la minería para la probable explotación de minas en el territorio de Date.
Otro de los objetivos era solicitar el envío de misioneros para propagar el catolicismo en su territorio. Se cree que esta idea se debió al fraile franciscano Luis de Sotelo, quien inspiró a Date Masamune la idea del envío de esta misión, tiempo después Tokugawa Ieyasu perdió interés en él, queriendo posicionar mejor a su hermandad religiosa en Japón, en su competencia por adeptos con otros grupos religiosos.
Como ya lo mencioné, la misión Hasekura zarpó en el barco San Juan Bautista desde el puerto de Tsukinoura, rumbo a México. En enero de 1614, después de un viaje de tres meses por el Océano Pacifico, la tripulación de Hasekura arribó al puerto de Acapulco. El 24 de marzo del mismo año, la Misión llegó a la Ciudad de México, donde se entrevistó con el Virrey y con el Obispo de México, algunos tripulantes de la Misión fueron bautizados en la Iglesia de San Francisco de la Ciudad de México. Tres meses después, en junio, Hasekura y unos veinte tripulantes partieron de Veracruz rumbo a España.
En Europa, Hasekura se entrevistó con el Rey Felipe III de España y el Sumo Pontífice Paulo V, a quienes transmitió las misivas de su señor Date Masamune, con el propósito de conseguir el consentimiento y apoyo de ambos para el establecimiento de un comercio directo y el envío de misioneros. Hasekura mismo fue bautizado en Madrid en presencia del Rey de España y en Roma se le otorgó la ciudadanía en agradecimiento a su Embajada.
La Misión de Hasekura volvió a México en 1617, y partió de Acapulco en abril de 1618 rumbo a Manila, donde esperó en vano la respuesta del Rey de España.
Finalmente, sin haber recibido respuesta alguna, regresó a las tierras de Sendai. Mientras la misión llevó a cabo su largo viaje de siete años, las políticas internas en Japón dieron un giro hacia la prohibición total del cristianismo y el aislamiento internacional, lo cual hizo imposible cumplir los propósitos de la Misión Hasekura.
El viaje de Hasekura fue una auténtica proeza, puesto que el famoso samurái tuvo que superar diversas barreras. Pero, cabe destacar el hecho de que Hasekura no se rindiera ante todos esos difíciles obstáculos y tratara incansablemente de conseguir los objetivos de su misión, lo que muestra el coraje y la firmeza del auténtico espíritu del samurái.
Desde el punto de vista académico, hay cierta polémica acerca de esta misión. El primer punto es que aunque el envío de esta misión se llevó a cabo con consentimiento del Shogunato de Tokunaga, es difícil creer que el Shogunato de Tokunaga aprobara la solicitud del envío de misioneros a Sendai, puesto que el Shogunato ya se había expresado en la dirección de la prohibición del cristianismo en Japón antes de la salida de la Misión Hasekura.
El segundo punto de controversia está en la verdadera intención de esta Misión, es decir si fue únicamente comercial o si tuvo también algún motivo político.
En tercer lugar, se discute si Hasekura se convirtió en católico por propia convicción o por comodidad.
Otro punto más es que si algunos de sus acompañantes que permanecieron en México están relacionados con dos comerciantes japoneses muy influyentes en Guadalajara en la mitad del siglo XVII.
Uno de esos japoneses que vivieron en Guadalajara fue Luis de Encío, cuyo nombre japonés fue el de Fukuchi Kuroudo(福地蔵人) quien se cree nació en el año de 1595. Cabe señalar que en aquel entonces solo podían tener un apellido aquellos japoneses que tuvieran un alto rango dentro de la sociedad japonesa, ya sea por ser samuráis o por ser comerciantes, y por el dialecto que utilizaba se ha llegado a la conclusión de que fue originario del Norte de Japón, en aquel momento la llamada región de Mutsu, que estaba en territorio de Date. Existen por lo menos algunas teorías sobre la forma en que llegó a México, incluso se menciona que pudo haber viajado con él en el San Juan Bautista como miembro de la Misión Hasekura. Tampoco está muy claro el cómo llegó a Guadalajara, pero documentos de la época han permitido a los historiadores reconstruir gran parte de su vida en la entonces llamada la Nueva Galicia.
Hace casi 400 años, en 1634, este japonés firmó un contrato para hacerse socio de un tendero minorista de nombre Francisco de Reinoso, al firmar utilizó los caracteres japoneses de su nombre y en hiragana escribió su nombre cristiano. Gracias a este contrato, Luis de Encío se convirtió seguramente en el primer empresario japonés asentado en México.
Al principio la única aportación de Encío a aquella sociedad mercantil, fue su trabajo, que era su único capital en ese entonces, y se comprometió a atender la tienda. Cuatro años después, en 1638 Luis de Encío renovó su contrato con Reinoso aportando 340 pesos a la sociedad, que en ese entonces era una suma muy considerable y cinco años después, ya para 1643, obtuvo el monopolio de la venta de vinos de coco y de mezcal en la región, convirtiéndose en un hombre muy rico e influyente.
Les invito a acudir a los estudios de la Dra. Melba Falck, quien ha escrito varios artículos sobre los japoneses que habitaron en Guadalajara en aquel entonces.
En marzo de 2011, como saben, los japoneses sufrimos un terremoto y un tsunami muy terrible. Un dato curioso que la historia sí recoge, consiste en que, en 1611, precisamente dos años antes de la salida de la misión Hasekura, en la misma zona de Tohoku, ocurrieron un terremoto y un tsunami de la misma escala llamado “Keicho Sanriku Jijin(慶長三陸地震)”. Hay quienes piensan que el motivo principal del envío de la Misión Hasekura obedeció a una política de restauración económica del territorio de Date.
Es indispensable continuar con los esfuerzos que permitan acercarnos a la verdad histórica desde el punto de vista académico. Por este motivo, es sumamente importante analizar las cartas y los documentos escritos por Date Masamune, Hasekura Tsunenaga mismo, o sus contrapartes, es decir, el virrey de México, o negociadores de España o el Papado. También sería muy útil hacer referencia a los documentos escritos por los misioneros que vivían en Japón o los observadores de esta misión como terceras partes. El asunto es que estos documentos están reservados en los archivos en Madrid o en el Vaticano y están escritos en lenguas antiguas que ya sea que se trate de japonés, español o latín, resultan muy difíciles de entender todos por un investigador. Esto requiere una colaboración muy estrecha entre los investigadores japoneses, mexicanos y europeos.
Para el reencuentro de Japón y México, tuvimos que esperar hasta la restauración de Meiji, pero ambos países establecieron rápidamente una relación muy amigable y sólida. México siempre nos ha abierto el horizonte de la política diplomática en varias etapas de nuestra historia. México es el primer país con el que Japón firmó un tratado de Comercio y Navegación en términos de igualdad, asimismo fue el primer país latinoamericano en recibir a la migración organizada por Japón y fue el único país que firmó con Japón un Tratado del Libre Ejercicio de la Profesión de Médico que estuvo en vigor de 1917 a 1928, también fue el país que apoyó a Japón para lograr la pronta entrada en vigor del Tratado de Paz de San Francisco y su adhesión a la ONU después de la Segunda Guerra Mundial.
Por este motivo Octavio Paz fue enviado a instalar la Misión diplomática de México en Tokio como Encargado de Negocios. Paz contribuyó mucho a su regreso a México para la integración de Japón en la sociedad mundial y para el fortalecimiento de la amistad e intercambio cultural entre ambos países. Hoy en día, las relaciones bilaterales siguen creciendo con gran fuerza.
Hay mucho intercambio a nivel académico y de ciudadanos, incluso la relación de hermanamiento entre Guadalajara y Kyoto y los convenios de universidades de Guadalajara con algunas universidades japonesas. El comercio bilateral ha crecido drásticamente después de la entrada en vigor del Acuerdo de Asociación Económica en 2005 y actualmente se observa un gran auge de la inversión japonesa en México particularmente en el sector automotriz.
Además ambos países son socios estratégicos globales que comparten valores fundamentales tales como la democracia, los derechos humanos, el estado de derecho y la solución de conflictos internacionales de manera pacífica.
Suelo decir que aunque parezca irónico, creo firmemente que la Misión de Hasekura se ha completado cuatro siglos después de haberse emprendido. Y por otra parte, los vínculos culturales tan sólidos con los que contamos, son lo que nos permite estar en condiciones de realizar una jornada cultural como ésta en la Universidad de Guadalajara.
Me atrevo a decir que ese ambiente festivo y cultural comienza desde ahora, con la jornada que está arrancando el día de hoy. Recuerden que en esta semana cultural habrá de todo, mesas redondas, foros económicos y académicos y charlas sobre Haiku, artes marciales, intercambios estudiantiles, las huellas japonesas en México, así como varios aspectos de las relaciones entre México y Japón. Tendremos también conciertos, teatro, cine, ceremonia del té, talleres e incluso comida japonesa. Estoy seguro de que van a disfrutar de todas estas actividades.
Por lo anterior deseo expresar nuevamente mi más profundo agradecimiento a la Universidad de Guadalajara, en particular al Rector Bravo Padilla, también al Estado de Jalisco por organizar este magnífico evento contribuyendo enormemente a la profundización del entendimiento mutuo y al fortalecimiento, aún más, de los lazos de amistad entre Japón y México, entre Japón y el Estado de Jalisco y sobre todo entre Japón y Guadalajara.
Muchas felicidades y muchísimas gracias.
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