Ota Renji: El filántropo amado por los pobladores. En Escuintla, se levantó un monumento en su honor y una calle lleva su nombre.


Ota  Renji nació en Sendai en 1875 (año 8 de Meiji). Pertenecía a una familia adinerada, su hermano mayor era graduado de la Escuela de Arte de Tokio, su hermana menor era maestra de una preparatoria femenina y su hermano menor era graduado de la Escuela de Agricultura Komaba.
 Al igual que Terui, Takahashi y otros; Renji, después de ingresar a la Escuela de Agricultura de Miyagi, estuvo un año como sargento de higiene al ingresar en el ejército, y cuando había cumplido 22 años de edad llegó a México junto con el grupo de la Migración Enomoto.
 Al ir a dar una consulta a un paciente que padecía de fiebre amarilla se contagió y falleció una semana después. Tenía 42 años.


Tenía una naturaleza piadosa

 Matsuda Eijo escribió del siguiente modo acerca de Ota:
 “Era de naturaleza piadosa, sin que fuera obligado a ello. Aprendió las destrezas de un médico, y ya desde que surcaba por el Pacífico curaba las enfermedades de sus compañeros y la tripulación. Por ello, desde que llegó a vivir en Escuintla daba alivio a las enfermedades de los pobladores y curaba sus heridas. Además lo hacía con una actitud en verdad desprendida sin dejar que su corazón se dejara llevar por el dinero y por ello es imposible saber a cuánta gente pobre ayudó.
 Para contraer matrimonio viajó durante un tiempo a Japón y el rumor corrió velozmente. Todos los pobladores trajeron bebidas alcohólicas, se pusieron a desear que pronto regresara de nuevo al pueblo, se movilizaron instrumentos por todo el lugar y le celebraron una bienvenida.”


    
Un funeral sin precedentes


Cuando falleció Ota, el concejo municipal de Escuintla, por unanimidad decidió nombrar la calle de enfrente de su domicilio  “Calle Doctor Ota”. Los habitantes de Escuintla, Acapetahua y Macastepec reunieron fondos y erigieron un gran monumento de 2 metros en su honor. 
En su funeral se hizo una hilera desde su domicilio hasta el panteón y se dijo de ello: “Desde la fundación del pueblo no había acontecido algo similar; el que todo el pueblo desde el alcalde hasta los pastorcillos lloraran su muerte desde el fondo de su corazón por un extranjero en su funeral. En realidad fue algo sin precedentes”.
Después de su muerte, Hatsu, su viuda, con  sus 5 hijos se sentía perdida y no sabía qué iba a hacer cuando llegó un agricultor y le dijo:
“Esta res es del Doctor Ota. Hace 5 años, cuando me hizo el favor de curar a mi hijo, no tenía dinero y le di una cabeza de ganado. La tuve criándolo en mi granja y ahora son 5 reses.”
Después de ello no cesaban los pobladores que llegaban a la casa de Ota jalando una res o animal. En lo que se dieron cuenta ya eran 30 animales entre vacas y caballos que se le habían obsequiado a la viuda, obsequios con los cuales pudo pagar los gastos para su regreso a Japón.
En las afueras de Escuintla se hizo un arreglo de distribución de calles y el monumento de piedra es tan grande que quedó ahí en la calle como “salido” sin que lo movieran.


Pie de foto: Ota Renji

 


Pie de foto: Monumento al Doctor Ota en Escuintla. (Foto de: Shinohara Seiji)


El afamado Doctor Ota se contagió y murió de fiebre amarilla. En el monumento conmemorativo de la Migración Enomoto se encuentra escrito un pensamiento de su viuda que dice: “Las hierbas de verano…”


Harada Hatsu nació en la población de Tsuruoka prefectura de Yamagata en 1887. Se casó en mayo de 1908 con Ota Renji quien había regresado temporalmente a Japón. Hatsu, después de graduarse de la Escuela Femenina de Tsuruoka, trabajó por un tiempo como maestra de escuela de primaria, pero cuando comenzó la guerra ruso-japonesa ingresó a la Cruz Roja japonesa cuidando a los enfermos de guerra.
Ota literalmente corría de un lado a otro para atender a los pobladores de Escuintla en el estado de Chiapas pero en 1916 falleció por causa de la fiebre amarilla, tenía 42 años de edad. En ese tiempo Hatsu tenía 29 años.

 

Hatsu regresó a Japón llevando a sus hijos


Tenía cuatro hijos y una hija: Toumasa, Ikurou, Michizou, Yomogi y Kiku. Ella regresó a Japón después de la muerte del doctor y pasó en Sendai el resto de su vida.
Cuando Hatsu tenía 84 años decidió dejar un registro de su vida en México y escribió sus memorias. Son 8 años de su vida, desde 1909 cuando salió de Japón hasta 1917 cuando regresó. Fue su hijo Ikurou quien compiló todo ello.
El doctor Matsuda Eiji visitó Japón en 1965 y fue en busca de Ota Hatsu en Sendai. Se acercaba el 70 aniversario de la Migración Enomoto, Matsuda le pidió a Hatsu: “Se va a construir un monumento en Acacoyagua y por eso quisiera que escribiera un epitafio”.
Hatsu tomó en sus manos el pincel tal y como se lo pidió Matsuda y escribió:
  “Las huellas de los sueños de los hombres valientes y las hierbas en verano”.
Ella falleció en 1977 a la edad de 90 años.


Se trae la electricidad y el agua al pueblo


En los párrafos siguientes se plasman algunos de los recuerdos e  historias de las “Memorias de Hatsu Ota” que fueron  recuperados por su hijo Ikurou:
 “En el pueblo no hay agua corriente y durante la mañana y por la tarde la gente del pueblo va por agua al río con cántaros que llevan en la cabeza y cargar toda la ropa para lavarla.”
“Ante esto, los emigrantes Terui y Kishimoto, junto con Ota,  organizaron a los pobladores con el propósito  de construir dos tuberías que llevaran al pueblo el agua del río. En tres turnos  diariamente, bajo el sol ardiente, dirigieron la obra mediante la cual  Escuintla se convirtió en una población donde ya se podía vivir en mejores condiciones. Además construyeron un generador de electricidad mediante el cual se generó luz eléctrica para el pueblo.”
“Además de ello, en ocasión del fallecimiento del emperador Meiji en el año de 1912, los japoneses residentes en México para honrar su memoria, comenzaron a planear la construcción de una escuela primaria en Escuintla. De inmediato pusieron manos a la obra pero en ese entonces estallaron las revueltas de la revolución en Chiapas  y tuvieron que detener el proyecto dejándola a medias.”

 

Ota realizaba curaciones y  operaciones delicadas.


En las “Memorias” también se describen las condiciones por las que atravesaba México  durante la Revolución.
Alrededor de 1910 surgieron disturbios en la capital de México. Ello fue por la Guerra de Revolución. A causa del enfrentamiento entre los diversos grupos revolucionarios la población se fue dividiendo. Al principio fue en la capital, luego se extendió a las ciudades, pueblos y aldeas. Desde 1913 los disturbios alcanzaron la población de Escuintla y junto con la guerra las monedas anteriores desaparecieron y todo se cambió a billetes (bonos del ejército). Cada día esos billetes perdían su valor mientras que el precio de las cosas subía y por ello la vida de los ciudadanos era penosa; en estas condiciones proliferaron los ladrones y no se hicieron raros los asaltos y asesinatos a plena luz del día. Eran tiempos de caos.
     Con frecuencia se oía hablar de que alguien, cuando iba despreocupadamente por el camino del pueblo, se había encontrado con un salteador que le había arrebatado el caballo y lo había despojado de las ropas. Incluso entre los rancheros surgían peleas y como fruto de esas disputas, los heridos empezaron a crecer a un grado sorprendente. En cada ocasión el doctor  Ota era llamado para curar a los mismos; en verdad eran días de gran ajetreo para él por lo que se le veía corriendo de un lado para otro. Repetidamente olvidaba comer y dormir pues  también tenía que practicar cirugías.
En esos tiempos, Escuintla era una población remota en donde no había doctores ni para medicina interna ni para cirugías. En una ocasión Ota fue llamado porque había una persona herida; al ver al paciente que había sido herido de manera muy severa en la cabeza al grado de no distinguir si era un pedazo de carne o un gran coagulo de sangre ni poder identificar dónde estaban los ojos ni la nariz. Ota tuvo que dar 40 puntadas para que no se le salieran los sesos por lo que se pensó que no iba a poder sobrevivir y los familiares ya estaban preparando el funeral. Para sorpresa de todos, el herido logró escapar de la muerte.
Después del incidente se supo que la persona herida era amante de las peleas y que era un hombre valiente. Era un sirviente de la casa de un señor llamado Aurelio quien era el casero y gran amigo de Ota. Lo que sucedió fue que cuando un enemigo del señor Aurelio se disponía a agredirlo, el sirviente se interpuso entre ellos y defendió a su patrón. Finalmente esto también era un aspecto de la guerra por el poder relacionado con las revueltas.
También hubo heridos con los intestinos de fuera a los que Ota tuvo que operar como se pudiera para salvarles la vida.


Atención médica en un estado de anarquía


Por otro lado, tanto las compañías comerciales de Kishimoto como la de Terui, sufrieron enormes daños por estas revueltas. En una ocasión llegó una docena de soldados carrancistas y saquearon el interior de la tienda llevándose los artículos de ferretería. Aunque tenían montañas de billetes se devaluaban todos los días y al final acababan por ser inservibles. En esa época había un estado de anarquía. Los comercios tenían que cerrar sus tiendas e incluso se tuvo que llegar al trueque.
Tanto japoneses como aldeanos rezaban para que llegara la paz lo antes posible pero las batallas no terminaban. El Doctor Ota finalmente partió de este mundo el 6 de junio de 1916 (año 6 de Taisho). Fue contagiado de fiebre amarilla por un paciente y una semana después de contraerla alcanzó el final de su vida.
 

 


Pie de foto: Ota Hatsu

 

 

 


Pie de foto: Calle Doctor Ota en el poblado de Escuinta.