El periodo de exposición fue de casi 2 meses, del 2 de septiembre al 30 de octubre, y la tarifa de entrada fue de 1 peso por adulto (gratis para menores de 6 años). Tomando en cuenta que en aquellos tiempos un periódico costaba 3 centavos,  podemos considerar que fue bastante caro.


      El día de la inauguración, encabezados por el presidente Porfirio Díaz y esposa, asistieron el vicepresidente Ramón Corral, el Ministro de Fomento Sr. Olegario Molina, el Ministro de Educación Sr. Justo Sierra, el Ministro del Exterior Sr. Enrique C. Curiel, entre otros personajes principales del gobierno, embajadores de otros países y múltiples cuerpos diplomáticos quienes hicieron acto de presencia. Les dio la bienvenida el Ministro Horiguchi Kumaichi, padre del poeta Horiguchi Daigaku.


      La entrada de la exposición estaba engalanada con las banderas de México y Japón. A las 10 de la mañana, cuando el Sr. Presidente hizo acto de presencia, una banda de instrumentos de viento entonó el Himno Nacional Mexicano mientras resonaban las salvas de 21 cañonazos.


     Entrando al local de la exposición se podían encontrar alineados en hileras estrechas los productos japoneses. Comenzando por la cerámica de Satsuma e Imari, la exposición estaba compuesta de incontables artesanías tradicionales como lacas de Kyoto, biombos, telas, etc. Incluso había un medicamento tradicional llamado “Senkintan”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pie de foto: El Palacio de Cristal en donde se montó la Exposición Japonesa.


Estaba en Düsseldorf, Alemania y en 1905 fue trasladado y re-ensamblado en México. Una vez terminada la exposición, se convirtió en el Museo de Historia Natural. Por muchos años fue llamado “El Pabellón Japonés”. A partir de 1975 se convirtió en el Museo Universitario del Chopo que tiene sus puertas abiertas como galería de arte contemporáneo.

 


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