El 14 de mayo de 1920, el ejército revolucionario atacó el tren en el cual viajaba el Presidente Carranza. Nuestro ejército salió “volando” en consternación, pero yo, quien me di cuenta de que la bandera del regimiento se había quedado dentro del vagón, pensé que sería una gran humillación como hombre de milicia el entregarla así a los enemigos. Entré velozmente al tren y me envolví el cuerpo con la bandera del regimiento.


     Nuestro ejército combatió con todas sus fuerzas pero fuimos derrotados por inferioridad numérica y finalmente todos nos rendimos. Yo también me cambié el uniforme militar por ropas de civil y me entregué. También el Presidente-general Carranza, quien había sido un aventurero afortunado toda su vida, se desvaneció por completo junto con el rocío del campo de batalla en ese frío poblado.


     Yo fui escoltado hasta la metrópolis y decidí resignarme a ser sentenciado a la guillotina o a alguna sentencia grave. Sin embargo, inesperadamente, fui reclutado nuevamente al ejército. De este modo, la sociedad quedó bajo el poder político de Obregón. Adolfo de la Huerta fue designado Presidente interino y, como era de esperarse, la guerra civil se calmó durante un tiempo.


     También las autoridades militares, después de ello, fueron controladas estrictamente y se consideró que era un despilfarro dar un salario a los oficiales que habían quedado ociosos. Por esto se decidió dar instrucción militar a todos aquellos con un rango de oficial de campo o menor. Yo fui nombrado instructor para ellos.

 

 

Yamanae Kisaburo y Familia . "Ellos combatieron de este modo en México"

 

 

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