Taiho Fusakazu nació en Kanzakigun, prefectura de Saga, en 1907 y llegó a la mina de carbón Las Esperanzas en el Estado de Coahuila. 
     Extraía carbón a diario. Aún le faltaba para que terminara el contrato pero al año escapó de la mina yéndose a Monterrey donde se esmeró en el estudio del español mientras trabajaba al servicio de una casa. Después de ello, mientras iba de trabajo en trabajo: agricultura, mesero de cantina, etcétera, en 1912 conoció al hermano menor de Francisco I. Madero, el  Sr. Alfonso Madero, y por su medio se enroló como segundo teniente en el ejército de Madero.
     Se elevó a teniente en 1914 y a capitán en 1915. Después que Madero fue asesinado se incorporó al ejército de Villa.
    El verano de ese año, haciendo uso de un permiso vacacional, fue a visitar a su esposa a Monterrey. Cuando iba caminando por el pueblo fue rodeado y encarcelado por el ejército de Carranza. Ese mismo día se le condenó a la pena de fusilamiento.
     Lo que sigue son sus recuerdos publicados en “Ellos combatieron de este modo en México”:

 

SU ESPOSA FUE TORTURADA

 

“Cuando me encontraba a 15 o 16 horas de la antesala de la muerte, finalmente decidí que si de todos modos me iban a matar, sería mejor escapar si era posible, y si me encontraban tendría que matar o ser matado; yo seguiría combatiendo hasta el límite de mi capacidad.
     Cuando llegué hasta la puerta, el vigilante, agotado por el calor del mediodía, estaba sentado en una silla, adormilado, siendo refrescado por el aire nocturno. Dejé en manos del Cielo mi suerte pensando: “¡Que los Dioses se apiaden de mí!” y me escapé de prisión mientras rezaba a todos los dioses.
     Corrí y corrí hasta que casi se me acababa el aire; pasé 2 meses escondido en la Sierra Madre. Dormía durante el día y en la noche salía a rastras para ocultarme en el pueblo de Linares en el Estado de Nuevo León en donde estaba la casa de los padres de mi esposa; fui a casa de mi padrino y de ese modo escapé a la pena de muerte.
     Pero en esta ocasión mi esposa fue aprehendida y la sometieron a terribles torturas diciéndole que continuaría presa si su esposo no venía a entregarse. Sin embargo, mi valerosa esposa se mantuvo fuerte diciendo que no sabía nada en absoluto y por fin la liberaron.
    Después de ello me la pasé cultivando hortalizas en las cercanías de Saltillo mientras todo ese alboroto se calmaba Pero después supe de alguien que mi antiguo patrón, Evaristo Madero (abuelo de Francisco I. Madero), me había mandado 100 pesos. Cuando fui a darle las gracias, me dijo que deseaba que trabajara como capataz en su granja.
     Trabajé durante 3 años en la granja Buenavista y después comencé a fabricar dulces en Tampico; luego se me ocurrió que los raspados eran mejor que los dulces y le pedí a mi hermana menor que me mandara 6 máquinas raspadoras de hielo desde Saga. Comencé con mi negocio de raspados y obtuve considerables ganancias porque no era muy conocido un aparato que hiciera raspados moviendo una palanca.

 

Taiho Fusakazu

 

 

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